lunes, 18 de febrero de 2008

Resulta que los párpados huelen

Aquí, cerca al paradero, todos van muy rápido. Escucho los gritos del cobrador del bus desde la esquina. Amanece y comienzo a oler el culantro fresco que los estibadores pasean en sacos. Huelo la manzanilla y veo a un señor soplando su bebida caliente. Se ha quemado la lengua. Sonrío.

Subo al bus y sé que no me esperan un sillón-cama, menos una almohada, ni una palanca para reclinar el asiento. Es imposible estirar mis piernas porque casi no entro en el espacio. A mi lado un señor ya está roncando. Veo las gotas de lluvia escurriéndose por la ventana. Cierro los ojos y escucho la primera cumbia del día. Es de un nuevo grupo sullanense; el “plus paub, plus paub” que se repite en el coro, me ha convencido.



Muevo los pies y siento que la cara me quema. El sol piurano entrega a esta hora su primera sonrisa. Ahora huelo el limón y veo un valle inmenso. El señor que antes roncaba lee un “Líbero”; veo a Erick Delgado con cara de dolor en una foto del diario.

La pista es más ancha, y este terminal terrestre me sigue asombrando. Me dicen que está al lado del antiguo campamento de una empresa minera expulsada por este pueblo agrario. El terminal me emboba porque es el mejor del departamento.



Pero ya he llegado y comienzo a oler el mango. Ha sido un viaje lleno de olores. Y ahora huelo a mucho mango tambograndino. Es un olor que penetra con fuerza y que comienza a subir sin reparos por las fosas nasales.

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2 Comentarios:

A la/s 5/3/08 9:30 p. m., Anonymous Anónimo dijo...

Chávez es hora de otro post psss!!!
Anda ps, di q sí ya??!!

 
A la/s 7/3/08 2:32 p. m., Blogger Gallín! dijo...

¡Yo quiero un post donde digas qué miércoles son las peonzas y al final por qué olían los párpados!

 

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